En medio de una crisis económica que no da tregua, el gobierno de Javier Milei habilitó un nuevo aumento en los precios de los combustibles, con un ajuste que podría llegar al 4% promedio. Este incremento responde a una combinación letal de la devaluación, la actualización del impuesto a los combustibles líquidos (ICL) y el margen de ganancia de las compañías petroleras, factores que golpean directamente al bolsillo de los argentinos.
Desde que Milei asumió la presidencia, los combustibles acumulan un alza del 135% entre enero y agosto, muy por encima de la inflación, que se situó en un 86% en el mismo periodo. Este brutal incremento está principalmente impulsado por el descongelamiento de impuestos, que habían estado prácticamente quietos desde 2020 durante la gestión de Alberto Fernández.
El último aumento, aplicado el 1 de agosto, fue del 2,5%, llevando el precio de la nafta súper de YPF a superar los mil pesos por litro. Actualmente, los precios en la principal petrolera del país son: nafta súper, $1.024; nafta Infinia, $1.251; diesel, $1.114; y diesel Infinia, $1.307.
A pesar de la gravedad de la situación, desde la Secretaría de Energía y el sector privado evitan dar precisiones sobre los próximos incrementos, que impactan de manera directa en la inflación mensual. El Ministerio de Economía, por su parte, publicó hoy en el Boletín Oficial la resolución que ajusta el impuesto a los combustibles, pero sin ofrecer detalles claros al respecto.
El silencio del gobierno nacional y la falta de transparencia por parte de las empresas agravan aún más la situación, dejando a la población a merced de un nuevo golpe al bolsillo. En un contexto donde los precios suben sin control, las medidas adoptadas por la administración de Milei parecen ignorar la difícil realidad que enfrentan millones de argentinos.